Los niños soldado
La ONG Amnistía Internacional repite de nuevo una campaña publicitaria bajo el eslogan; “Niño soldado” “Lo pondrán en primera línea. Y si muere, irán a una escuela a buscar otro. Y después a otro...” “Secuestran a los chiquillos con intención de convertirlos en auténticas máquinas de matar”, afirma Jean-Charles, que realiza su labor solidaria en Guru, al norte de Uganda. Desde hace mas de veinte años, el grupo terrorista del LRA lleva a cabo estos secuestros y sus madres acaban siendo esclavas sexuales de un auténtico ejército infantil.
“Muertos y mutilados que me persiguen en mitad de la noche, aviones lanzando bombas desde el aire y rebeldes asesinando pueblo enteros y arrasando todo a su paso”; éstos son los delirios que el muchacho de 18 años, Kenneth Opwonya, todavía tiene desde que se evadió del Ejército de Resistencia (LRA), en el septentrión de Uganda.
Escuálido y bajito, como la mayoría de los ugandeses, razona con un tono exiguo y con una mirada lúgubre y profunda, acerca de su experiencia como cautivo del LRA. Diserta de cómo fue forzado a asesinar y ejecutar crueldades contra su voluntad. “Cuando los rebeldes te decían que tenias que matar a alguien, si te oponías, te mataban ellos o le decían a otra persona que te matara, con sus propias manos”.
Los jefes rebeldes instruían a las criaturas para que usaran las armas, desarticular las piezas y volver a ponerlas cada una en su lugar. “Teníamos que saber de memoria donde iba cada pieza, un pequeño error y los rebeldes te daban una paliza”. Rememora cómo los oficiales imponían a la gente que se tumbase boca abajo con el fin de que no se les viera la cara en el momento en que se les iba a matar. Había momentos en los que la munición escaseaba y, al no poder malgastar balas, les obligaban a asesinar a las víctimas con las bayonetas”.
Kenneth, reside con su parentela en un campo de desplazados. Desde que escuchó hablar del proyecto “Jesuit Refugee Service”, en Kitgum, resolvió incorporarse. A los chiquillos los adiestran en las distintas habilidades para que, los ex soldados, puedan valerse por sí mismos. Mas de 20.000 críos han sido secuestrados y muchos se trocaron en combatientes o esclavos sexuales.
“Cuando hacéis, con la violencia derramar las primeras lágrimas a un niño, ya habéis puesto en su espíritu la ira, la tristeza, la envidia, la venganza, la hipocresía”, escribió Azorín.
CLEMENTE FERRER
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