Terapia con el campeón olímpico que venció a la droga
Pedro García Aguado, oro olímpico en waterpolo y ex adicto al alcohol y a las drogas, triunfa en televisión con varios programas en los que ayuda a adolescentes a rehabilitarse.
Alcohol y droga para celebrar los éxitos del waterpolo en la piscina. «No pasé de la gloria a la bajeza, sino que ya llegué a ella estando en la indigencia moral. Fui campeón olímpico y del mundo pero con una dependencia importante de sustancias psicoactivas», recuerda. En 2003, el alcohol y la cocaína ya no le permitían mantenerse firme. Su mejor gol fue decidir rehabilitarse. Han pasado ocho años de una victoria que aún celebra. Ahora se dedica a trabajar con adolescentes con problemas familiares y sociales y, en muchas ocasiones, violentos.
No tomaba sustancias para rendir más, sólo en las fiestas. «Por eso en los controles después de los partidos estaba siempre limpio. Otra cosa es si me lo hubieran hecho después de una noche de fiesta». Pese a los excesos y la dependencia cada vez mayor del alcohol y las drogas, su capacidad física le permitió rendir al máximo nivel hasta 1998. Después ingresó en un centro de rehabilitación. www.pnsd.msc.es
La droga se trajina en un entorno marginal de indigencia y malaventura. Son más de mil chamizos en los que residen otros tantos clanes que vegetan en situaciones quebradizas. Una humanidad aparte es la que brota en sus ajados moradores, que renunciaron a la lucha por su acomodo. Con el estigma que provoca la droga, la fijeza hueca, y apenas sin mantenerse firmes, se mueven amasando jeringuillas usadas.
Las ganancias del trajín de las drogas provienen de los más de tres mil drogadictos que aparecen en los 70 asentamientos de transacción.
La droga, cuanto más se consume, con más imperiosidad se necesita. El vendedor ofrece
al adolescente incauto que le “llevará al paraíso”, pero oculta que el precio que deberá
pagar es la propia autodestrucción, el deterioro físico, psíquico u moral que transformará, el
paraíso de unos instantes, en un “prolongado e insoportable infierno”.
Clemente Ferrer
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