Thursday, November 17, 2011

Auschwits; de camino a los hornos crematorios

Auschwitz: de camino a los hornos crematorios
He visionado la película La Zona Gris. Magistral, pero de una dureza extrema sobre el holocausto nazi.
Tim Blake Nelson adapta su obra teatral al cine. Se describe un hecho poco conocido: el horror de un grupo de prisioneros judíos, que retrasan su muerte ayudando en los hornos crematorios, donde son incinerados sus hermanos de raza.
También se narra la historia de confinados en los campos de concentración, por miedo a la tortura más que a una muerte segura, vendieron sus servicios de espionaje a los nazis para demorar y atemperar su holocausto en la cámara de gas.
Les embaucaban, los desvestían y los llevaban hasta el lugar de la asfixiante muerte, haciéndoles considerar que iban a la ducha. Se les ve con cercos en los ojos y con pavor. Con una morfología quebradiza y demacrada desfilaban a un habitáculo del que nunca se podrían fugar. Progenitores y retoños, esposas y tíos. Todos en ristra y con un mutismo impoluto. Se les verá al sacarlos, apilarlos en carretillas para carbonizarlos como si fuesen troncos de leña para el fogón. De los incinerados sólo permanecerá el polvo; el mismo que llevan sus verdugos en su rostro y en el ropaje.
El deportado teme tanto a la hora suprema que cede a las condiciones impuestas. No importa empujar al compañero al final de su vida. Sabe que él también acabará chamuscado; no importa que las semanas que vivirá sean las más espantosas. Es tan sencillo como el deseo de contemplar el amanecer, un día más. Se trata de sentir que se está vivo, aferrándose con desesperación a la endeble existencia. El hombre prefiere vivir atormentado antes que agonizar. Es una historia real que millones de judíos sufrieron.
El campo de la muerte de Auschwitz, el crematorio nazi más espacioso de todos y donde murieron muchas personas inocentes. Este era exclusivo para el exterminio de judíos y a los experimentos médicos inhumanos.
Al final, cuando presienten que van a ser incendiados, deciden rebelarse contra los nazis, logrando armamento, gracias al apoyo de algunas mujeres audaces del campo de concentración. Los actores interpretan bien su papel, de esta odisea histórica en Auschwitz.
Se sufre, pero de modo especial en la escena final en la que son, cruelmente asesinados, los amotinados.
Un holocausto espeluznante. La aniquilación de miles de seres humanos. El asesinato de judíos, apoderándose de la existencia del otro y disponiendo de ella a su antojo. Esa vida, nada ni nadie, puede exterminarla porque es de Dios y, por lo tanto, se debe escoltar, defender y proteger, desde su concepción hasta la muerte natural.
Clemente Ferrer

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