Recientes censos franceses exhiben una sosegada marcha atrás del matrimonio. A la vez es revelador que en el terruño vecino las parejas que no se enlazan se estén pasando no tanto a la alianza únicamente de hecho, cuanto a un pacto inscrito, en el vociferado “pacto civil de solidaridad” (PACS), que se ha transmutado en un parecido a los esponsales. Por lo demás, la moratoria de la prole y la subida de partos extramatrimoniales son otros acentuados rasgos de esta nación.
El Bilan démographique 2007, últimamente divulgado por el INSEE, la institución demográfica francesa, sanciona el incesante quebranto de los matrimonios en los últimos lapsos. Después de un máximo de 305.000 en 2000, han descendido hasta 266.500 el pasado año. El PACS está originando una porfía al matrimonio, pues los casamientos eclesiásticos comenzaron a descender un año después de que se implantara el estrenado lazo civil en 1999.
Benedicto XVI ha afirmado: “Matrimonio y familia no son una construcción sociológica casual, fruto de situaciones particulares históricas y económicas. Por el contrario, la cuestión de la justa relación entre el hombre y la mujer hunde sus raíces en la esencia más profunda del ser humano y sólo pueden encontrar su respuesta a partir de ésta”.
CLEMENTE FERRER ROSELLÓ
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