La actriz Demi Moore, ingresada por consumo de drogas
Demi Moore fue internada en un hospital de urgencia con graves problemas por la ingesta de drogas, afectada por su reciente divorcio con el actor Ashton Kutcher. La noticia no fue fácil de asimilar por la actriz de 49 años.
También se atribuye al enfermizo estado de Moore el cruel ocaso que acompaña a las actrices de avanzada edad en Hollywood. De ser ejecutante de primera fila en la década de los 90, Moore ha pasado a otra dinámica, echada a papeles menudos.
De las drogas nadie está libre. Cada día llega un mayor número de menores, un 63,5%, en busca de un plan de deshabituación. “Las drogas siempre pasan factura”. Dice la comunicación publicitaria del Plan Nacional sobre Drogas.
Las drogas llegan directamente al cerebro. El estudio de la Oficina Nacional de Control de la Drogadicción de Washington refrenda que los narcóticos pueden producir daños como zozobra, melancolía, brotes psicóticos o tendencias al suicidio. ¿Será esto lo que algunos buscan, en clara línea con la cultura de la muerte?
Los alcaloides son el ataque más grave que sufre la sociedad actual. Un ataque cuyas consecuencias alcanzan a todos, pero son especialmente víctimas los jóvenes, nuestro caudal más valioso. También se ha presentado otra campaña de publicidad destinada a los jóvenes, en edad escolar, de los peligros de la droga, bajo el lema: “Drogas. ¿Te la vas a jugar?”, la acción apela a la responsabilidad de los adolescentes, pretende generar “una cultura de rechazo a las drogas”.
Se está luchando por la vida que es sagrada. La droga es la muerte, la inmolación de millones de seres ingenuos, en aras de uno de los más sucios negocios que ha conocido la humanidad. Es necesario luchar contra la droga con una educación adecuada, con una menor permisividad, con un mayor respeto a la persona, con el ofrecimiento a la juventud de una ilusionante perspectiva vital.
La drogadicción ha tomado carta de naturaleza en una parte de la población juvenil de todo el mundo. Se está luchando para terminar con esta lacra social que sólo lleva a la a la autodestrucción y a la muerte.
“He visto a los más grandes espíritus de mi generación, arrastrarse de madrugada por las calles de los negros, en busca de la droga urgente imperiosa”, afirma Allen Ginsberg.
Clemente Ferrer
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