Acaba de morir un niño
Las secuelas atañidas por el consumo de agua no potable causan cada año más víctimas mortales, en todo el universo, que cualquier otra clase de barbarie, incluida la conflagración bélica. Es el dato letal divulgado por la ONU.
Se evalúa que, en todo el orbe, siguen existiendo más de 900 millones de mortales sin acceso al agua potable, un bien básico que tiene su trascendencia en la sanidad, en la seguridad y en la calidad de vida, fundamentalmente entre los chiquillos y las niñas. Las dolencias que se transmiten por el agua, no bebible, originan cada año el fallecimiento de más de 2 millones de críos. Cada 15 segundos agoniza una criatura por un achaque inducido por la falta de acceso a la manga de agua potable, saneamiento defectuoso o falta de higiene. Se evalúa que más de 2.500 millones de mortales existen sin un sistema apropiado de saneamiento.
Entre los desafíos futuros está el avanzar en la calidad de vida de todo el mundo, ya que existen dos millones de chiquillos con sida, mas de 100 millones no acuden al colegio, unos 1.000 millones son torturados por la brutalidad, cuatro millones de bebés agonizan antes de cumplir un mes de existencia y mas de un millón de chavales son víctimas de la explotación carnal.
Según una investigación preparada por UNICEF, en los últimos 20 años se ha aminorado la citada explotación infantil; un 28% han mejorado la escolarización, en un 85% se ha avanzado en la salvaguarda de los chiquillos, para impedir que sean alistados como niños soldado o explotados carnalmente.
Por otra parte, el director general del organismo de la ONU para la Agricultura y la Alimentación (FAO), Jacques Diouf, afirmó se ha marcado el objetivo de abrigar a mas de 1.000 millones de mortales que pasan necesidad, esto es, que dejen de ser pobres. Para acabar con la hambruna en el universo es necesario un gasto en agricultura de 44.000 millones de dólares, todos los años.
La comunidad internacional afirma: “La violencia contra la vida de millones de seres humanos, especialmente niños, forzados a la miseria y al hambre, es debido a una inicua distribución de las riquezas entre los pueblos”.
Clemente Ferrer
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