El matrimonio entre un hombre y una mujer es de derecho natural y derecho divino
El matrimonio no es solamente un contrato, tiene un aspecto institucional, de orden público, que afecta no sólo a los cónyuges sino a toda la sociedad. Tanto es así que el presidente del Foro de la Familia, Benigno Blanco señalaba que; “el matrimonio no es un mero contrato, tiene un aspecto institucional, de orden público, que afecta no sólo a los cónyuges sino a toda la sociedad por estar implicadas en el mismo cosas tan importantes como la creación del ambiente idóneo para dar vida y los lazos de paternidad y filiación que afectan profundamente a la configuración básica de la sociedad y a su continuidad en el tiempo. Por eso históricamente, en la formalización del matrimonio, intervienen autoridades públicas del Estado o, en su caso, de las instituciones religiosas”.
Por otra parte, el pueblo californiano, a través de un referéndum, ha testificado públicamente su voluntad de que el matrimonio sea heterosexual, esto es, entre un hombre y una mujer.
Sin embargo, los ligazones civiles homosexuales son, ante la ley, matrimonios en todo menos en el nombre. Las parejas homosexuales estables, como las demás uniones de hecho, conservan asimilaciones con los matrimonios en lo que se refiere a la convivencia y a sus secuelas. Pero permanece un grave problema: dos jovencitas o dos varones no pueden engendrar hijos: solo pueden ser padres legales de un mismo chiquillo, mediante la adopción.
De los 50 estados que forman los EEUU, únicamente toleran el matrimonio entre personas del mismo sexo, cinco: Massachussets, Connecticut, Vermont, Maine. Y en California, que ha sido abolida la ley por referéndum. El balance actual sigue arrojando una mayoría absoluta de estados que, en sus constituciones, solo aprueban el matrimonio entre hombre y mujer.
La primicia de los últimos tiempos es que, por primera vez, la legitimación del matrimonio homosexual no ha sido por fallo judicial sino por decisión del Parlamento. Así ha sucedido, primero en Vermont y luego en Maine. Sigue siendo verdad, en cambio, que el matrimonio entre personas del mismo sexo, nunca ha sido sancionado por votación popular: hasta ahora, siempre que se ha sometido a referéndum, ha perdido.
Por último, el matrimonio está sufriendo ataques de los que pretenden independizarlo de la ley natural. Ya no se aprueba la protección de la familia y sí normas infames que, al minar las raíces de la sociedad, aceleran su desintegración. La familia es el cimiento de la vida social y civil. El futuro de la humanidad se fragua en la familia.
Clemente Ferrer
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