El doctor asesino
Hace unos años un equipo de juristas determinó erigir el Centro Jurídico Tomás Moro (CJTM) para “la defensa de los valores de la familia, de la vida y de la libertad de los padres para elegir la educación que desean para sus hijos”. Su conductor, Javier Mª Pérez-Roldán y Suanzes, demandó a Iñigo Ramírez de Haro por su función irreverente “Me cago en ...” Tristemente el caso acabó guardado. Las magistraturas no se atreven a juzgar el enunciado del Código Penal que condena a quienes embisten “los sentimientos religiosos”.
De la misma manera existen agradables declaraciones: el CJTM ha recogido la valiosa comunicación de que la Audiencia Provincial de Madrid ha obligado al Juzgado de Instrucción número 3 de Colmenar Viejo a reabrir el proceso frente a Canal Plus por la difusión del video sacrílego “Cómo cocinar un Cristo”. El CJTM también publicó la acusación contra la Exposición blasfema de Extremadura.
Donde está más acertado, el despacho de abogados, es en el tema de la interrupción voluntaria del embarazo. En estos momentos tiene seis acciones en funcionamiento contra chiringuitos abortistas por sospechosos malpartos ilegítimos. El CJTM fue uno de los demandantes que metieron en presidio al “Doctor Muerte”, el peruano Carlos Morín, así como al cese de sus industrias abortivas.
Según Pérez-Roldán, los cuchitriles abortistas: “Pocos cumplen con las exigencias legales, ni en la justificación del supuesto psicológico, ni en las exigencias administrativas o tributarias”.
CLEMENTE FERRER ROSELLÓ
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