El odio de los déspotas
La Congregación para la Evangelización de los Pueblos ha difundido el número de misioneros que entregaron la vida durante 2007, en terruños de misión. Un total de 21, entre presbíteros, monjas, religiosos, diáconos y seminaristas, que “murieron de un modo violento o que sacrificaron su vida conscientes del riesgo que corrían, antes de abandonar su compromiso testimonial y apostolico”.
Son los “artesanos de la paz” como ha manifestado Benedicto XVI, que “con humildad y en silencio, gastan su vida al servicio de los otros por el Señor Jesús. A algunos se les pide, a veces, el supremo testimonio de la sangre”.
Una ofrenda particular de mártires ha sido padecida este último año en Irak: ante la Iglesia del Espíritu Santo, en Mosul, fueron salvajemente ajusticiados el párroco, el padre Raghiid Ganni, y tres diáconos: Basman Yousef Daoud, Ghasan Bidawid y Eahid Hanna.
Según Fides, desde 1990 hasta nuestros días, han sido finiquitados 777 misioneros, 248 tan sólo en el año 1994, con la matanza de Ruanda.
Por otra parte, el Parlamento Europeo ha decretado una condena por las amenazas que soportan los cristianos. Por fin los europarlamentarios se han percatado del acoso que padecen millones de creyentes en todo el orbe, desde Indonesia a Irak y desde Filipinas a Nigeria.
Los cristianos excitan la inquina entre los tiranos.
CLEMENTE FERRER ROSELLÓ
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