Sexo seguro
Los seguidores del libídine rígido son culpados de pervertir a los adolescentes con corajes exiguos de moral y a los que, se enfrentan, se les califica de sectarios, insensibles al hecho histórico y que imponen sus dogmas a la sociedad. Debemos atañer más allá de los intereses individuales, para ajustarnos a la sabiduría clínica y a los testimonios de la robustez pública.
La realidad evidencia de que el dominio de las Enfermedades de Transmisión Sexual (ETS), no ligadas al VIH, entre las personas, debe ir más allá de los acercamientos calculados en el uso del profiláctico. Los condones no consiguen dar una respuesta concluyente a las ETS puesto que no logran la adecuada seguridad frente a muchos padecimientos.
Los contagios por roce cutáneo, como la ponzoña del papiloma humano, la infección del herpes, la sífilis o el linfogranuloma lascivo, se contagian a pesar de los preservativos. Aunque los profilácticos previenen el contacto, al frenesí carnal, sostiene la unión con el área genital externa, y los preservativos facilitan una reducida seguridad contra los patógenos que se hallan en la parte externa de los genitales. Las secuelas de estos gérmenes consisten en los diversos tipos de carcinoma y disfunción crónica carnal.
El brutal incremento de las ETS no tiene precedentes a pesar de los arranques educativos y del fomento de los condones, algo que está confirmado por la falta de éxito de estas sagacidades. En abundantes investigaciones se revela que los corajes para impulsar el empleo de los profilácticos fracasan siempre, como control de las ETS.
El impulso para el uso de los condones como respuesta, no permite atinar con una medida para las exigencias sociales y emocionales, que resultan fundamentales. Con frecuencia se incurre en conductas sexuales de alto riesgo.
Después de los infinitos fracasos, el imaginario sexo seguro, precisa ser demolido en apoyo de estrategias sanitarias gubernamentales verosímiles.
CLEMENTE FERRER ROSELLÓ
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