Industria de la prostitución y la violación

Industria de la prostitución y la violación
Me ha encantado leer una ordenanza municipal que sanciona la prostitución con multas que oscilan entre los 300 y 1.500 euros.
La ONG, Médicos sin Fronteras, ha divulgado un estudio titulado “Violencia Sexual y Migración” en el que se recoge que Salimata fue violada y lesionada por su novio. Lo que le queda a Solimata es un palo con el que se desliza, por las contusiones originadas por el violador.
Según el citado informe, la edad de las chicas inmigrantes es inferior a los 30 años y el 21,5% son menores de edad. El 29% admite haber sido violada antes de salir de su terruño y el 45% durante la travesía migratoria. El 23% de las violadas resultaron fecundadas. Los violadores suelen ser integrantes de la mafia migratoria.

Por otra parte, los rotativos más destacados de Europa y Estados Unidos han prescindido de los anuncios de roces sexuales. Francia y Suecia son los gobiernos más restrictivos. El único diario que mantiene la sección de contactos carnales es “Libération”, bajo el subterfugio de que son anuncios para tratar a otras personas. En Reino Unido, no se mantiene la prohibición explícita, aunque el Gobierno se la ha planteado. Sin embargo ninguno de los grandes rotativos inserta anuncios de sexo, excepto el “Daily Star”. En Italia, que no hay prohibición, los grandes diarios como “La Repubblica” han decidido no aceptar anuncios de contactos carnales.

Textos publicados en rotativos de gran audiencia afirman: “Chicas muy dulces y dispuestas a todo”, “pijas, pero muy morbosas” o “gatitas golosas con fantasía”.

Es necesario elaborar un código de autorregulación entre los medios de comunicación escritos para que se supriman los anuncios de contactos sexuales, ya que la prostitución está íntimamente ligada al tráfico de mujeres. Este tipo de publicidad “atenta contra la dignidad de la persona”.

Esta situación origina un quebranto de la vida moral que provoca un gran vacío interior que intenta recuperar sus fueros perdidos y lucha por conseguir los efímeros encantos o el regocijo narcisista.

Clemente Ferrer