Se retira una ley
La determinación de la retirada drástica del anteproyecto de ley del alcohol se urdió en la retaguardia de la ministra de Sanidad que ignoró la suerte que iba a correr su objetivo estrella hasta después de que los delegados de la esfera del vino, después de la reunión con la ministra, que rehusó retirar el vino de la ley y no respetó ni escuchó la proposición del sector.
La obcecación de la ministra Salgado sulfuró los ímpetus de las asociaciones Asaja, COAG y UPA, de la Confederación de Cooperativas Agrarias de España y de la Asociación Empresarial de Bodegas y Vinos de España, entre otras, con la idea muy serena: sólo cabía un arreglo gubernativo y éste debía venir desde la Moncloa. El presidente del Gobierno acariciaba un gran pánico al coste electoral que podía significar una ley rechazada por las Comunidades Autonómicas, donde el vino se trajina como cultura popular. Irritado el jefe del gabinete, dispuso que se eliminara, rápidamente, el trámite de la ley y que se informara a los medios de comunicación.
En el sector publicitario se generaron algunas desavenencias sobre la ley antialcohol. El Ministerio de Sanidad ha conseguido enzarzarse con los diversos sectores del universo publicitario. Si primero fue la Ley Antitabaco y posteriormente las hamburguesas, ahora le tocaba atajar las bebidas etílicas entre los adolescentes. No únicamente se levantaron los anunciantes contra los propósitos de la Ministra de Sanidad; la AEDE (prensa), AERC (radio) y UTECA (televisión) condenaron esta ley como una censura previa, sino todo el sector.
Juan Manuel de Prada, afirmaba en su columna, Abstemios por ley, que “la ministra Salgado, después de arreciar contra el tabaco y las hamburguesas y antes de emprenderla contra el cocido madrileño y los buñuelos de crema, que son malísimos contra el colesterol, se dispone a extender su cruzada salutífera sobre las bebidas alcohólicas. La ministra Salgado encarna a la perfección esos puritanos de nuevo cuño que se han propuesto hacer de nuestra vida un anuncio de pompas fúnebres, pretendiendo que renunciemos a nuestra responsabilidad. La idea del hombre como ser capaz de adoptar decisiones, dotado de libertad para elegir entre lo que le beneficia y lo que le perjudica. Si nuestros jóvenes beben inmoderadamente es porque no tienen razones para hacer otra cosa; porque una vida sin alicientes en la que se castiga el esfuerzo y se reprime el mérito, donde se exalta el hedonismo y la entrega inconsciente a la permisividad, conduce fatalmente al marasmo”.
CLEMENTE FERRER ROSELLÓ
Presidente del Instituto Europeo de Marketing, Comunicación y Publicidad
Pantoja, 14
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