Un recién nacido al cubo de la basura
Cuando deliberadamente se socavan los fundamentos de la convivencia social, en nombre de unas mal llamadas libertades, y se desechan y desprecian las normas morales más perentorias, se está llegando a una sociedad que mira con indiferencia la muerte de sus propios miembros. Vivimos en una cultura de la muerte, que nos rodea por todas partes.
Los recién nacidos, apenas han abierto los ojos a la existencia, ya se les excluye de la vida, Desabrigados como hojuelas descolgadas entre los despojos noctámbulos, mecidos por sus propios sollozos inocentes. Ocultos en telas o bolsas de plástico, dejados en jardines, a la entrada de una clínica, en un parvulario o en la puerta de una catedral. Otros muchos pequeñuelos se abandonan en los depósitos de desperdicios o en papeleras públicas, así han sido encontrados más de treinta chiquillos a lo largo del año, en la geografía española.
El último parricidio sucedió en Arganda del Rey. Una mujer rumana había dado a luz un crío en el baño de su hogar. El pequeñuelo había adentrado en interrupción cardiorrespiratoria, por ahogamiento al ser introducido en una bolsa de goma, para terminar en el receptáculo de la basura. También, unos colombianos asesinaron a su hija recién parida. La mujer aún tenía la placenta y la cinta umbilical. Ataron a la criatura con un jersey y la introdujeron en un guardarropa. Así mismo en Manresa el progenitor de un nene, fue el asesino de su propio hijo al arrojarlo contra la esquina originándole el fallecimiento. Otro parricidio en Madrid; un mortal de 32 años desnucó a su unigénita de tan sólo 12 meses. Por último, el más cruel de los parricidios ha sido el de Daniela que fue hallada, al amanecer, en las letrinas de Kinshasa, en el barrio extremo de Camp Luka; tenía tres días de existencia.
El crecimiento de inmigrantes en España, es una de las causas primordiales de este crecimiento de parricidios.
Causa horror y estremece las fibras más íntimas de nuestro ser, las noticias del hallazgo de un niño de pocas horas entre los desperdicios. No es imaginable la actitud de corazón de hielo de la madre que lo ha abandonado. Pero, puestos a buscar causas de tal comportamiento, una destaca con fuerza sobre las demás: la que mira a la formación, a la educación de esa madre en los valores humanos y cívicos. Por lo tanto, no podemos extrañarnos de que el cubo de la basura sea la cuna más apropiada para un recién nacido.
Según el artículo 229 del Código Penal español, se castiga el abandono de un menor por parte de sus padres o tutores, con una pena de prisión entre los dieciocho meses y los tres años.
CLEMENTE FERRER ROSELLÓ
Presidente del Instituto Europeo de Marketing, Comunicación y Publicidad
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