LOS BEBÉS A LA BASURA
En alguna ocasión se ha publicado la noticia, que causa horror y estremece las fibras más íntimas de nuestro ser, del hallazgo de un niño de pocas horas de vida en un cubo de basura. No es imaginable la actitud de fiera o falta de corazón de la madre que lo abandonó. Pero puestos a buscar causas, una destacaría con fuerza sobre las demás: la que mira a la educación de esa madre en los valores humanos y cívicos, vividos en toda sociedad civilizada. Por ello, cuando se socavan los fundamentos de la convivencia surge un egoísmo feroz, hedonista, materialista y desprecian las normas morales, se está contribuyendo a que abunden casos como el ya citado.
Pero somos conscientes de las trabas que la sociedad impone a esos intentos moldeadores de personalidades recias, enteras, de una pieza. La familia se ve desarbolada; la escuela, desautorizada; la autoridad legítima, escarnecida. Si la familia es la primera célula educadora de la sociedad ¿Porqué se está destruyendo?.
La carga deformadora de la televisión no sólo descansa en los programas que difunde, sino también en sus mensajes publicitarios. Se ha abierto la veda del consumidor infantil. De la pantalla surgen ansiedades, que desembocan en la agresividad protagonizada por superhéroes deshacedores de injusticias pero provocadores de otras; el consumismo libre.
Aquellos polvos trajeron estos lodos. No caben inhibiciones mientras no se ponga coto a la acción deformadora del primer medio hipnótico de comunicación de masas, mientras la gran ventana lívida suplante a los padres, no podremos extrañarnos de que el cubo de la basura sea la cuna para un recién nacido.
CLEMENTE FERRER ROSELLÓ
Presidente del Instituto Europeo de Marketing, Comunicación y Publicidad
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