Macabros infanticidios

Macabros infanticidios




Un grupo de niños que jugaban en la calle encontraron, en Melilla, el cadáver de un bebé que exhibía signos de salvajismo, dentro de una bolsa. Una joven rumana de 21 años, dejó a su bebé, ocho días después de que pariera, en el lavabo de la estación de la vía férrea de Castellón. Otro bebé fue desamparado en el barrio de Salamanca en un vestíbulo, el niño tan sólo tenía diez días de existencia. Un matrimonio belga abandonó a su bebé, recién parido y fallecido, en el Hotel Maritim en Santa Susana (Barcelona).

Puestos a buscar la causa de este comportamiento, destaca con fuerza una razón poderosa; la que mira a la formación de las madres de hoy en los valores humanos, morales y cívicos.

Vivimos en una cultura de la muerte, que nos rodea por todas partes. Basta profundizar un poco para que esta cultura se aparezca tal como es, con un egoísmo feroz, una violencia agresiva y el poco respeto por la vida de los recién nacidos, todo ello adobado por los mejores ingredientes hedonistas y materialistas. Todo nos lleva a un estado de naturaleza donde todo está permitido, donde no existe la más mínima referencia moral.

“La decisión deliberada de privar a un ser humano inocente de su vida es siempre mala desde el punto de vista moral y nunca puede ser lícita ni como fin, ni como medio para un fin bueno”, afirma Juan Pablo II
en su encíclica Evangelum Vitae.






CLEMENTE FERRER ROSELLÓ
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