Friday, January 04, 2013

El realitu show es un cáncer, cuya metástasis, tiende a invadirlo todo

El “reality show” es un cáncer, cuya metástasis, tiende a invadirlo todo Durante el primer Foro Mundial de Televisión, que se celebró en 1996, en la cuna de la Organización de las Naciones Unidas, se aplaudió que el 21 de noviembre se conmemorara el Día Mundial de la Televisión ya que los canales televisivos son una ventana abierta al mundo desde las distintas perspectivas que animan sus respectivos proyectos informativos. Se invitó a todos los países a impulsar eventos televisivos centrados en causas como la paz, el progreso económico y social, la seguridad y la coexistencia entre personas de las diversas culturas. Sin embargo la violencia, la cruda morbosidad y el sexo, se han convertido en los pilares de no pocos programas televisivos. La competitividad no se ha basado en una programación seria y responsable, sino en la atracción del público a través de contenidos banales y groseros, que están en la frontera de lo éticamente permisible. En la telebasura se busca el crecimiento de la audiencia a través de la provocación de los instintos, las pasiones y los bajos sentimientos del telespectador. La telebasura vino de la mano de Gran Hermano, un “reality show” donde una tropa de participantes coexisten en una mansión, incomunicados y observándolos las 24 horas de cada jornada. Deberán superar las destituciones que la audiencia sentencie y así lograr la recompensa final. El bodrio televisivo lo fundó el neerlandés John de Mol. El prototipo de Gran Hermano apareció en 1997. Fue transmitido por primera vez en Holanda en el año 1999, siendo adaptado por más de 70 países. Había llegado la soez y vejatoria televisión basura. La desfachatez, la intromisión en la vida privada y la ironía déspota y patética han sido frecuentes. También la telerrealidad fué promovida, en Estados Unidos, a través del “Real World” de la cadena MTV. Este programa zanjó del menú la diversión. La Federación de Asociaciones de Telespectadores y Radioyentes asevera que, las series acusadas de telebasura, son “un cáncer cuya metástasis, tiende a invadirlo todo”. Es necesario que se pongan los medios pertinentes ante la epidemia de vulgaridad y erotismo que inunda la pequeña pantalla y que sólo consigue degradar al telespectador. Asevero con vehemencia que la telebasura es un problema más grave que el del terrorismo o las drogas. La telebasura degrada al ser humano. Urge eliminar de las parrillas todas las series violentas, insolentes y eróticas, que pueden ofuscar a los chiquillos que, ante semejantes aberraciones, pueden terminar enmarañados. No se puede consentir que se produzca la aseveración de Félix Lope de Vega y Carpio, uno de los más importantes poetas y dramaturgos del Siglo de Oro; “Si el vulgo es necio, es justo hablarle en necio para darle gusto” Clemente Ferrer

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