Sunday, January 26, 2014

Los publicitarios vuelven a arremeter contra la Iglesia

Los publicitarios vuelven a arremeter contra la Iglesia Católica La agencia de publicidad argentina TBWA diseñó una campaña publicitaria sacrílega sobre el uso del preservativo manipulando el Decálogo; incita a violarlo mediante la exhibición de fotografías de actos sexuales y llegando al extremo de llevar a cabo prácticas carnales, contrarias a la ley natural. En Milán las autoridades prohibieron una campaña publicitaria basada en una versión de la “Última Cena” de Leonardo Da Vinci, en la que todos los apóstoles están representados por mujeres, incluso el mismo Jesús. La IAP italiana afirmó: “La publicidad emplea símbolos que representan el fundamento de la religión y que no pueden ser utilizados para fines publicitarios”. También se han difundido unos spots de Renault en los que, el personaje que conduce el vehículo, escenifica el papel de Cristo prodigando “milagros” en la tierra mientras conduce su coche. La Federación de Asociaciones contra el Sida, encargó una campaña a favor del uso del preservativo para prevenir esta lacra mortal, utilizando la imagen del Sagrado Corazón que sostiene, en una de sus manos, un profiláctico. En Inglaterra, Antonio Federici, el helado más blasfemo del mundo, tiene problemas con las asociaciones de publicitarios del Reino Unido; presenta una campaña con una monja embarazada y dos curas con “malas intenciones”. La irreverente campaña de publicidad del producto, de origen chino, “Quick Fresh” presenta a un sacerdote dando la Comunión a un joven, pero la hostia –o sea, el cuerpo de Nuestro Señor Jesucristo– es una pastilla de menta. Delante del celebrante, que al darse la vuelta resulta ser una mujer, se observa una mesa redonda sobre la cual destaca un cáliz rodeado de hostias desparramadas. Madonna torna a perturbar con su nueva gira mundial. Su vestimenta de inspiración sadomasoquista, la agresión libidinosa de sus danzas son un espectáculo. La estrella del pop ha reivindicado su carrera con su periplo llamado Confessions Tour. Son dos horas de canciones, coreografía y libertinaje, que parten con la diva bajando, con las extremidades en cruz y una corona de espinas sobre la testa, en un gigantesco crucifijo construido con vidrios de discotecas. Al mismo tiempo, atrás, aparecen rostros de niños que padecen. Según el rotativo Los Ángeles Times, la representación "va más allá de la herejía". "Es más que una blasfemia". La Iglesia de Inglaterra ya ha manifestado su repudio, en un comunicado difundido en Londres. Los creativos que han diseñado estas campañas publicitarias han perdido el norte. Para ellos el fin justifica los medios y esto nunca será así. La blasfemia es el arma de los cobardes. Clemente Ferrer

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