Eutanasia asistida
La palabra eutanasia no expresa otra cosa que buena muerte, bien morir, sin más. Pero desde antiguo ha alcanzado otro sentido más definido: proporcionar la muerte sin sufrimiento a quienes padecen. Pero aún así puede encarnar contextos diversos: asesinar a un recién nacido deficiente, asistir a un suicida o suprimir a un viejo que no vive con dignidad y desea fenecer.
El fantasma de Ramón Sanpedro sobrevuela la agonía de Jorge León. Una de las cuatro mujeres, que las 24 horas de la jornada asistían a este pentapléjico vallisoletano de 53 años, lo halló inerte en su poltrona de ruedas y con el canalillo de la respiración asistida desconectado de su laringe. Todo parece indicar que aceptó colaboración exterior, de alguien no usual en su entorno. Según El Norte de Castilla podría tratarse de almas sin ningún vínculo con el difunto y que arribaran de fuera de la región.
El Juzgado de Instrucción número seis de Valladolid ha determinado el secreto de sumario hasta que se investiguen las auténticas incógnitas de su defunción ya que la autopsia sólo confirma la ingesta de una droga para eludir sufrimientos al doliente. Llevaba varios meses mendigando por Internet “un colaborador que le ayudara a morir”
El presidente de la Asociación de Parapléjicos y Grandes Minusválidos en Castilla y León, Francisco Sardón, afirmó que “el espíritu de la asociación consiste en que los pacientes puedan vivir dignamente y en las mejores condiciones posibles los postreros días de su existencia”
“Cualesquiera que sean los motivos y los medios, la eutanasia directa consiste en poner fin a la vida de personas disminuidas, enfermas o moribundas. Es moralmente inaceptable”. Afirma el Catecismo de la Iglesia Católica.
CLEMENTE FERRER ROSELLÓ
Presidente del Instituto Europeo de Marketing, Comunicación y Publicidad
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