Friday, July 02, 2010

La ablación un rito ancestral y salvaje

La ablación, un rito ancestral y salvaje
La ablación está remitiendo. Es la culminación a la que llegan todas las indagaciones del mundo que, a pesar de incidir en que es una práctica que sigue realizándose en bastantes países, aseveran que el declive ha empezado.
Pero, a pesar de los progresos, la amputación genital femenina es una tragedia que padecen 6.000 niñas todos los días. Según Save the Children, dos millones de chiquillas la sufren todos los años. En todo el orbe existen cerca de 120 millones de chicas a las que se les ha realizado la mutilación genital. En países como Somalia, Egipto y Yibuti, el 95% del censo femenino la ha padecido. Esta práctica que, según dice la leyenda, enaltece la beldad de la niña, su nobleza, su oportunidad para contraer matrimonio y su posición social, se lleva a cabo en 25 estados africanos aunque, por el trabajo de sensibilización, países como Burkina Faso, Senegal o Costa de Marfil, han aprobado leyes para abolirla.
Por otra parte, la modelo somalí Waris Dirie, que tiene una existencia llena de dureza y arrojo, es digna de ser llevada al séptimo arte. La película que se ha rodado cuenta la semblanza de una niña que llegó a la vida en el seno de una estirpe errante y a quién su madre, con tan sólo 3 primaveras, encaminó para cumplir con un bárbaro arcaísmo: la ablación o amputación de la vulva, un rito ancestral y cruel. Una destino del que no pueden evadirse millones de niñas en todo el mundo.
No solamente afecta a las mujeres africanas sino que se realiza en muchos estados europeos. Waris Dirie se expresa con firmeza pero escurridiza. Su mohín pugna con una fijeza llena de amargura. La modelo ha manifestado que al ver la película experimentó “mucha tristeza, amargura y dolor”.
Por otra parte, Dirie trabaja en la institución que lleva su nombre y que realiza campañas mundiales contra la mutilación genital femenina y brinda de forma incondicional ayuda a las niñas torturadas por la ablación. Un cruel e inhumano destino.
Clemente Ferrer

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