Thursday, December 20, 2012

La niña Kim Phuc a la que el napalm le quemó el 65% de su cuerpo, perdonó a sus verdugos

La niña Kim Phuc, a la que el napalm le quemó el 65% de su cuerpo, perdonó a sus verdugos Visioné la versión original de Apocalypse. Película que narra los horrores de la guerra en Vietnam. En un momento del film dos bombarderos norteamericanos arrasaron, con proyectiles napalm, una aldea de vietnamita. Quedó chamuscado todo; las viviendas, los animales y las personas. Me trajo a la memoria aquella chiquilla aterrorizada y desvestida corriendo por la carretera. Pham Thi Kim Phuc ha superado ya los 40 años. Esta escena tan dramática comienza cuando llega una niña que se había quitado las ropas en llamas, era la pequeña Kim Phuc. Mientras se estaba quemando accionaba los brazos para reclamar ayuda y se disponía a ponerse a salvo aterrorizada. La imagen que perpetuó los horrores de la guerra de Vietnam ha aparecido miles de veces en los medios de comunicación y de, modo especial por todas las cadenas televisivas. La niña Kim Phuc es hoy la embajadora de la UNESCO. Está casada tiene dos hijos y reside en Canadá. Preside la 'Fundación Kim Phuc', que se dedica a la ayuda de los niños, víctimas de la guerra y de la violencia. Lejos quedan sus 17 operaciones de injertos de piel para curarle las quemaduras que el napalm produjo en el 65% de su diminuto cuerpo. La fotografía de Nick 'Huynh Cong' Ut, un fotógrafo de la AP, fue la instantánea que ganó el Pulitzer en 1973. Nick la llevó a la policlínica y le salvó la vida. Permaneció hospitalizada 14 meses. Se desmayaba cada vez que las enfermeras la metían en la tina y cortaban la piel muerta. Pero no falleció. “Dentro de mí –dice- había una niña pequeña y fuerte, que quería vivir pero todo lo superé gracias al amor de mi familia y de Dios". Una de las lecciones que ha aprendido de esta experiencia es a pedir perdón. Cuando leyó por primera vez las palabras de Jesús “ama a tus enemigos”, no sabía cómo hacerlo. Pensó que sería imposible. “Tuve que rezar mucho y no fue fácil pero, al final lo logré". En 1996 conoció a uno de los pilotos que participaron en el bombardeo de su aldea. Lo perdonó públicamente por que, asegura, "el perdón es más poderoso que cualquier arma del mundo". Está convencida de que su vida es un símbolo de la esperanza y el perdón. Perdonar engrandece el espíritu. Se perdona en la medida en que se ama, por el contrario, la venganza quita la paz. El perdón, la magnanimidad y el olvido de las ofensas es el mejor modo de vivir en paz. Clemente Ferrer

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