Friday, April 09, 2010

Reality Show

Reality Show
Todos sabemos que los anhelos primarios de la televisión deben ser; informar, enseñar y recrear. La telerrealidad, promovida en Norteamérica con el “Real World” de la cadena MTV, zanjó el menú de diversión. La desfachatez, la intromisión en la subsistencia privada y la ironía déspota y patética son frecuentes. La Federación Internacional de Asociaciones de Telespectadores y Radioyentes asevera que, los series acusadas de telebasura, son “un cáncer cuya metástasis, tiende a invadirlo todo”.
El arreglo de la serie “sin tetas no hay paraíso”, es funesta y sin ningún valor. Nos encontramos ante una producción con todos los componentes de un culebrón mezquino donde la prostitución, los narcóticos, las venganzas y los contubernios se dan cita como eje central de una conspiración insoportable, con el vacío total de valores y alusiones morales. Los telespectadores se desalientan ante tanta bazofia.
Por otra parte, la cadena televisiva MTV, estrenó un evento apodado “mover la cuna”, con los retoños de afamados cantarines como Olivia Newton John, Bobby Brown o M. C. Hammer que anhelan emular a sus progenitores en un “reality show” al estilo “operación triunfo” o su adaptación estadounidense “american idol”. Una pandilla de árbitros los juzgarán cada semana y deliberarán si han nacido con los mismo genes de sus progenitores. Pero no se sentirán aislados, porque sus populares papaítos les ampararán en las galas.
Más telebasura en la televisión sajona, la BBC Three inició un flamante pero ridículo “reality Show” ya que las protagonistas fueron mujeres de entre 18 y 30 abriles y que cohabiten con alguna invalidez y anhelen ser “Top models”. Fueron elegidas ocho jóvenes que debieron vencer en distintas pruebas para ir ratificando su estancia en el evento. La triunfadora se le realizó una entrevista en uno de los semanarios de moda más acreditado de Inglaterra.
Es necesario eliminar de las parrillas todos estas series violentas, insolentes y eróticas, que pueden ofuscar a los críos que, ante semejantes aberraciones, pueden terminar enmarañados o trastornados. No podemos consentir que se produzca la aseveración de Lope de Vega; “Si el vulgo es necio, es justo hablarle en necio para darle gusto”.

Clemente Ferrer

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