El estrés publicitario
El estrés es una enfermedad arraigada en las sociedades modernas, como una de las nuevas plagas del hombre del tiempo actual. Su causa, al menos la más generalizada, es la tensión y la ansiedad que existen en muchas de las actividades cotidianas. Sus consecuencias son peligrosas y van desde un simple dolor de cabeza, hasta las más graves dolencias cardíacas, pasando por el insomnio y los dolores erráticos.
Según los diversos estudios, entre los que destaca el elaborado por el Instituto de Tecnología de la Universidad de Manchester, existen unos grupos de mayor riesgo para alcanzar una situación de estrés. Entre ellos se encuentran los profesionales de la publicidad. Las investigaciones demuestran que tres causas provocan el estrés publicitario. La primera es la urgencia inaplazable del trabajo diario del hombre de la publicidad. La segunda discurre por la costumbre de los publicitarios de llevarse el trabajo a su casa, rompiendo los posibles momentos de descanso y de esparcimiento. La tercera y última; al faltar el necesario descanso, la actividad mental sigue estando en las preocupaciones diarias. La obligada síntesis de todo ello es que el publicitario ha de forzar todavía más su actividad profesional para presentarse ante sus clientes con la mejor imagen posible.
Es imprescindible que el publicitario, por más agobiado que se encuentre, busque en su entorno familiar y de amigos íntimos, la tranquilidad perdida que ha de permitirle reanudar la tarea con renovados impulsos. La práctica del deporte será otro de los procedimientos fundamentales para devolver al cuerpo y a la mente la lozanía perdida en el duro trabajo.
También resulta igualmente fundamental para el publicitario el llamado ocio positivo. Descansar y relajarse es muchas veces un simple cambio de actividad. Dicho de otra manera; la afición a las manifestaciones artísticas. La lectura, la pintura, la música, son fuentes de inspiración para cubrir los momentos de merecido descanso, las aficiones manuales: el bricolage, o los trabajos artesanos, que obligan a prestar una cierta atención a la tarea y alejan nuestro espíritu de la inquietud del trabajo y de los proyectos inminentes
Y en ningún caso constituirán una pérdida de tiempo.
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