Que la publicidad tenga en cuenta a la mujer o al hombre en cuanto al mensaje difundido es algo no sólo importante, sino muy razonable, así como que se apele a la imagen femenina o masculina como técnica de promoción y estrategia publicitaria, por que al gran porcentaje estadístico de mujeres que toman las decisiones de compra, hay que añadir un número significativo de hombres que eligen sin ningún tipo de influencia externa.Sin embargo, de un tiempo a esta parte, hay un fenómeno que ha adquirido unas proporciones alarmantes, consistente en la utilización del cuerpo, ya sea femenino o masculino, como centro del reclamo publicitario.Un ejemplo lo tenemos con la modelo británica Kate Moss que a sus 32 años, cuando la totalidad de las modelos de su quinta están retiradas, Kate es la mejor retribuida. Este año ha ingresado 23 millones de euros. Una firma multinacional de lencería acaba de hacer oficial el fichaje de la modelo con una campaña en la que sobran los mensajes ya que utiliza su cuerpo, tendida en un catre o descendiendo por unas escalinatas, con las prendas íntimas, de la mencionada marca internacional.Por otra parte las compañías más famosas del universo pugnan por Kate Moss a pesar de que, por cada campaña publicitaria, cobra entre 2 y 3 millones de euros.El cuerpo humano, muestra de la condición material de las personas, posee en sí mismo una trascendencia que no se puede rebajar al mero consumo publicitario. Su uso indiscriminado supone un insolente ataque a una parte esencial de la naturaleza humana, una clara desfachatez que atenta contra la dignidad de las mujeres y los hombres.
CLEMENTE FERRER ROSELLÓ
Presidente del Instituto Europeo de Marketing, Comunicación y Publicidad
Pantoja, 14
28002-Madrid
NIF 20285521 G
Tel 914137873
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