El sexo no vende

El sexo no vende



El problema no es actual. Nunca el camino más fácil resulta ser el más provechoso y los publicitarios se preguntan ¿ayuda a vender el sexo?. Esto es, por ejemplo, la pregunta que se hacía Gwen Nattall en un importante semanario londinense por los años 70 y después de analizar la cuestión desde diversos ángulos y sumergirse en el marasmo de prejuicios, en lucha con los postulados freudianos, llegaba a una simple y rotunda conclusión: No.

La consecuencia es lógica. Es posible que nos paremos a admirar la fotografía de una bella mujer de labios insinuantes besando un cronómetro, pero ¿tendremos en cuenta la marca cuando, a la hora de comprar, el relojero extienda en el mostrador una gama de piezas de distintos fabricantes y nos hable de precios, calidades, exactitud.

La tentación de presentar imágenes llamativas, con un marcado culto al cuerpo humano, que de modo más o menos descarado se dirige hacia los instintos del público, es algo en lo que se cae con cierta facilidad. Pero ¿resulta el camino adecuado para conseguir un aumento de ventas del producto?.

La cuestión no puede tomarse a la ligera y cubrirse con lo de que en los tiempos actuales corren otros vientos. Cuando alguien utiliza imágenes o frases excesivamente alusivas al sexo, porque en el ser humano existe un pudor innato, debe tener en cuenta que hay un sector de público que no lo aprueba y que, de modo inconsciente, rechaza el anuncio y es lo primero que elimina a la hora de tener que tomar una decisión de comprar entre un mismo producto de distintas marcas. Y no parece aconsejable basar mensajes publicitarios en cuestiones polémicas que acaban por implicar al producto.




CLEMENTE FERRER ROSELLÓ
Presidente del Instituto Europeo de Marketing, Comunicación y Publicidad
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70 años
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