Wednesday, September 12, 2007

Niños tiranizados

Niños tiranizados

Garras sin hacer y ya marchitas, se agrietan; ejidos ásperos en los que chatas sombras trabajan hasta que se pone el sol, ríos que se llevan a su paso la vida y dejan el hambre entre niños que no entienden si juegan, se bañan o se hunden en su propia miseria.

El trabajo infantil es una realidad que se pretende cambiar desde los organismos internacionales.

Para el primer mundo, un niño que trabaja es un delito contra la sociedad; en los países en vías de desarrollo, son dos manos más para producir y dar de comer a toda la familia.

En el año 1959 la ONU redactó la Declaración de los Derechos del Niño. Al amparo de esta declaración, la Organización Internacional del Trabajo se ha marcado “contribuir a la erradicación del trabajo infantil que vulnera los derechos de los niños a través de la escolarización”. La OIT afirma que sería posible la erradicación del trabajo infantil en el año 2016.

Las cifras del trabajo infantil en el mundo son escalofriantes; existen más de 218 millones de menores que ejercen una labor profesional, siempre en ínfimas condiciones. De ellos el 75 por ciento realiza tareas en situaciones peligrosas y se calcula que 180 millones de niños, lo hacen en las peores formas de esclavitud, servidumbre por deudas, prostitución o como niños soldados. Alrededor de 73 millones de niños tienen menos de diez años.

Por su parte Manos Unidas asegura que en el mundo existen 15 millones de huérfanos como consecuencia del sida, la mayoría de los cuales se encuentran en países africanos. Existen 130 millones de menores que no asisten a la escuela, y 82 millones de niñas que pierden su infancia debido a los matrimonios demasiado jóvenes. Entre los alarmantes datos se advierte que, de los 246 millones de niños se ven obligados a trabajar para sobrevivir, 72 millones son menores de 12 años.

También, Christopher Harley, encontró en un poblado de la República Dominicana, una población de cerca de 40.000 personas sometidas a condiciones de esclavitud. Afirma Harley “encontré un horror humano sin límites, una población que vive cada día un calvario y que son el rostro de sufriente de de los más pobres”. Son haitianos traídos en la clandestinidad, para trabajar en la industria azucarera, y son explotados como animales; sin letrinas, compartiendo el abrevadero de agua con los bueyes y pagándoles menos de 3 euros por cada tonelada que recolectan. Es la antesala de la tortura porque, cada caña de azúcar, ha florecido con la sangre, el sudor y las lágrimas de estos hambrientos esclavos.

La crueldad contra la subsistencia de millones de chiquillos, violentados a la indigencia y al hambre, es la causa de un infame reparto de los caudales entre los pueblos.


CLEMENTE FERRER ROSELLO
Presidente del Instituto Europeo de Marketing, Co municación y Publicidad

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