Consumada una ley injusta

Consumada una ley injusta



Una ley intrínsicamente injusta, como la aprobada por el Gobierno sobre los matrimonios homosexuales, nunca será lícito someterse a ella. Los cristianos estamos llamados, por un grave deber de conciencia, a no prestar nuestra colaboración formal a aquellas prácticas que, aún permitidas por la legislación civil, se oponen a la Ley de Dios.

La localidad de Tres Cantos de Madrid albergó la celebración de un “matrimonio” homosexual, después de que entrara en vigor la ley que modifica el código civil.

Son cada vez más los ediles españoles que se declaran en objeción de conciencia para no participar en “bodas gays”. Desde el Gobierno se han lanzado amenazas sobre los funcionarios públicos, jueces o ediles que piden ejercer sus derechos fundamentales; se les ha chantajeado con el despido, con sanciones o con suspensión de empleo y sueldo, e incluso se les ha negado el derecho a la objeción de conciencia. El Tribunal Constitucional indicó que el derecho a la objeción de conciencia “existe y puede ser ejercido con independencia de que se haya dictado o no tal regulación”. Además afirmó que “la objeción de conciencia forma parte del contenido constitucional a la libertad ideológica y religiosa reconocido en el artículo 16 de la Constitución”.

Por otra parte el Cardenal Alfonso López Trujillo, Presidente del Pontificio Consejo para la Familia afirmó: “Se tiene el derecho a la objeción de conciencia ante leyes gravemente inicuas a la luz de la histórica Encíclica Evangelium Vitae de Juan Pablo II, leyes de ese tipo no sólo no crean ninguna obligación de conciencia, sino que, por el contrario, establecen una grave y precisa obligación de oponerse a ellas mediante la objeción de conciencia y se debe estar a salvo no sólo de sanciones penales, sino también de cualquier daño en el plano legal, disciplinar, económico y profesional”.


CLEMENTE FERRER ROSELLÓ
Presidente del Instituto Europeo de Marketing, Comunicación y Publicidad